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Recomendaciones

Sabemos que…

La salud de nuestros dientes y boca está relacionada con la salud y el bienestar general.
Una mala salud dental no sólo puede traer consecuencias sobre el estado nutricional, también puede afectar negativamente a la capacidad de comunicación y a la autoestima.

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La higiene bucal nos permite prevenir enfermedades en las encías y evitar la formación de caries. Debe realizarse de la forma correcta, dedicándole el tiempo necesario para que sea efectiva y con las herramientas adecuadas.
El cepillado dental debe convertirse en un hábito diario de limpieza, es la medida preventiva más efectiva, porque eliminar la placa dentobacteriana reduce la cantidad de microorganismos sobre los dientes y encías, favorece la circulación y hace que los tejidos gingivales sean más fuertes y resistentes.

Limpieza diaria

 

Limpieza de los dientes: Se realiza mediante el uso del cepillo dental y el dentífrico. Con el cepillado eliminaremos los restos de alimentos y también la placa bacteriana.

Limpieza de los espacios entre los dientes: Esta es distinta según cada situación. Si no hay espacio entre los dientes se usa el hilo dental. Si entre los dientes hay espacio por pérdidas o por movimientos dentarios, debe usarse un cepillo especial llamado cepillo interproximal.

Limpieza de la lengua: En la lengua se acumulan gran cantidad de bacterias por lo que su limpieza es necesaria para mantener la salud bucal.
Lo ideal es cepillarse los dientes después de cada comida y, sobre todo, durante la noche. Mientras se duerme, los dientes están menos protegidos frente a los microbios.

Pasos para un correcto cepillado:

Limpiar las superficies externas de los dientes superiores e inferiores con movimientos verticales. Para ello, hay que inclinar el cepillo unos 45° contra el borde de la encía y deslizarlo desde ese borde hacia delante, con una ligera presión.

Limpiar las superficies internas de los dientes superiores e inferiores, con los mismos movimientos e inclinación del cepillo que en el paso anterior. Ésta es la limpieza que más suele descuidarse, por lo que tiene mayor importancia.

Cepillar las superficies de masticación de cada diente con movimientos cortos hacia atrás.

Frotar las muelas con movimientos circulares para despegar de los pliegues cualquier resto de alimento y bacteria. Hay que limpiar tanto la superficie con la que se mastica, como la cara interna y externa.

Emplear hilo dental para eliminar cualquier resto que quede entre los dientes, donde no llega el cepillo. Hay que cortar un trozo de hilo, enrollar los extremos en los dedos medios e introducirlo tensado en el espacio interdental. Se deben seguir las curvas de los dientes y deslizar la seda suavemente hacia arriba y hacia abajo hasta llegar a la encía, con cuidado para no dañarla.

Pasar el cepillo suavemente por la lengua ayuda a eliminar bacterias y mantener un aliento más fresco.

El uso de enjuagues bucales refuerza la limpieza.

Elementos utilizados:

 

Cepillo de dientes: Debe tener un cabezal pequeño para llegar fácilmente a todos los dientes. Sus filamentos han de ser suaves y de puntas redondeadas para evitar lesiones en las encías. Si con el uso se desgastan o se tuercen no limpiarán bien, por lo que debemos sustituir este cepillo por uno nuevo. Se calcula que los cepillos duran unos tres meses en óptimas condiciones.

Pasta de dientes o dentífrico: Contribuye a dejarnos una mayor sensación de limpieza. Su composición nos facilita la limpieza dental y nos deja una agradable sensación a limpio.

Hilo dental: Es un hilo de seda, en forma de cinta o cordoncito, encerado o no, cuyo uso asegura la limpieza de las caras laterales de los dientes. Para usarlo debe conocerse su técnica correctamente, para que la limpieza de los dientes sea efectiva y no dañe las encías.

Cepillos interproximales: Se usan cuando existe espacio entre los dientes, ya sea porque se haya perdido alguna pieza o bien por pérdidas de la alineación o por rotaciones dentarias. En este caso, se usan en sustitución de la seda dental para asegurar la limpieza de las caras laterales de los dientes.

 

Plan de alimentación

 

Objetivos nutricionales:

Asegurar la ingesta de los pacientes en procesos de recuperaciones quirurgicas, con alteraciones en la masticación y/o deglución, previniendo el riesgo de complicaciones locales, de bronco aspiración, favoreciendo la progresión hacia una alimentación normalizada.

 

Alimentación líquida:

Agua, infusiones, jugo de frutas y diluídos, caldos de verduras o de carnes caseros, leche, yogur líquido, gelatina, papillas con caldos o leche, alimentos sólidos triturados, colados y homogeneizados.

Alimentación blanda:

Quesos frescos suaves, carnes procesadas, vegetales cocidos (hervidos o al vapor), pastas, pescados, frutas al horno o en compota

Alimentación semisólida:

Yogur batido, puré de vegetales, puré de legumbres tamizados, huevos pasados por agua, carnes magras trituradas, flan, papillas de frutas, compotas.

Ejemplo:

Desayuno y/o merienda:

  • Yogur con frutas o cereales bien humedecidos. Manzana asada con una cucharada de azúcar o una banana pisada.
  • Leche tibia con una cucharada tipo sopera de azúcar y dos de avena o dos de copos de maíz (esperar que se ablande). Compota de manzana o de pera o de duraznos con una cucharada sopera de azúcar.

Almuerzo y/o cena:

  • Sopa de verdura licuada con dos cucharadas de sémola. Omellet de queso fresco. Postre de vainilla o flan.
  • Calabaza rellena (con carne o pollo procesado) con salsa blanca. Fruta asada.
  • Canelones de verdura y ricota con salsa fileto o blanca o crema.